Por qué El Rastro es mi plan favorito los domingos
Confesión: odio madrugar los domingos. Pero hay algo que me saca de la cama incluso después de una noche larga: la idea de perderme entre los puestos de El Rastro con un café en la mano, el bullicio de gente regateando y ese olor a libro viejo que se mezcla con el de los churros de la esquina.
Este mercadillo no es solo un sitio para comprar cosas (aunque siempre acabo llevándome algo que no necesito). Es un pedazo vivo de Madrid, donde conviven turistas con cámaras al hombro, coleccionistas obsesivos buscando esa pieza única, y abuelos que llevan viniendo 40 años «solo a mirar».
Lo que nadie te cuenta sobre El Rastro (y deberías saber)
1. No todo es la Ribera de Curtidores
Sí, es la calle más famosa, pero si solo te quedas ahí, te pierdes lo mejor. Mis rincones favoritos:
- Galerías Piquer: Un patio escondido con anticuarios de esos que parecen sacados de una película. La última vez encontré una máquina de escribir de los años 30 (no la compré, pero me tentó).
- Calle de San Cayetano: Aquí los puestos son más caóticos, pero es donde he pillado gafas de sol vintage por 5€ y discos de vinilo a precio de chicle.
2. El truco para no pagar de más
- La hora importa: Si quieres buenos precios, ve antes de las 11. Después, los vendedores están cansados y regatean menos.
- La técnica del «ya volveré»: Funciona. Si algo me gusta pero el precio no me convence, digo «voy a mirar más allá» y el 70% de las veces me llaman con una oferta mejor.
3. Los bares que los turistas no pillan (pero deberían)
- Taberna El Tempranillo (Calle Almendro, 3): Vermú artesanal y tablas de queso que hunden cualquier dieta.
- Casa Amadeo (Plaza Cascorro, 18): Los caracoles en salsa picante son leyenda. No apto para tímidos: el dueño te hablará como si te conociera de toda la vida.
«¿Merece la pena ir entre semana?»
Los domingos son mágicos, pero si odias las multitudes:
- Entre martes y viernes: Las tiendas fijas están abiertas (la librería La Casquería es mi debilidad) y puedes pasear sin empujones.
- Primer sábado del mes: La feria de antigüedades es ideal para encontrar muebles retro. Una vez vi un espejo art déco que todavía me arrepiento de no comprar.
Lo que siempre meto en la mochila
- Efectivo: Aunque algunos aceptan tarjeta, en el puesto de la abuela que vende botones de los años 60 no.
- Bolsas reutilizables: Porque nunca sé cuándo voy a caer en un «esto lo puedo necesitar algún día».
- Zapatos cómodos: Las cuestas de la Ribera de Curtidores no perdonan.
Mi experiencia más random en El Rastro
El invierno pasado, un vendedor me convenció de comprar un tintero de latón «de la época de Goya» (spoiler: probablemente era de los 80). Pero lo gracioso fue que, mientras regateábamos, un señor mayor empezó a contarme cómo él venía aquí de niño a cambiar cromos. Acabamos los tres tomando un vino en Casa Revuelta. Eso es lo bonito de este sitio: las historias que no vienen en las guías.
Cómo llegar (sin perder la paciencia)
🚇 Metro: Bajarse en La Latina (L5) es lo más fácil, pero Embajadores (L3) suele estar menos saturado.
🚲 BiciMAD: La estación de Puerta de Toledo queda a 5 minutos.
⚠️ Ojo: Los domingos por la mañana, la zona es caos puro. Si vas en coche, olvídate de aparcar.
Para terminar: Un ritual personal
Ninguna visita al Rastro está completa sin:
- Comprar algo absurdo (esta vez fue un posavasos de cerámica con un toro pintado).
- Tomar un bocata de calamares en El Brillante (sí, es turístico, pero a veces hay que rendirse a los clásicos).
- Sentarme en la Plaza del General Vara del Rey a ver cómo desmontan los puestos. Hay algo hipnótico en ver cómo desaparece el mercadillo como por arte de magia.
🔗 Más información: Página oficial de El Rastro
¿Vas a ir? Cuéntame en los comentarios qué te gustaría encontrar o si ya tienes tus propios trucos. ¡Nos vemos entre puestos!
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